Frustrarse es parte natural de la vida. Desde muy pequeños, los niños se enfrentan a situaciones en las que no pueden hacer lo que quieren, cuando quieren y como quieren. No logran encajar una pieza, no consiguen lo que pidieron, se les cae una torre que construyeron con esfuerzo… y entonces explotan: gritan, lloran, se enojan, se tiran al piso.
Frente a esto, muchos adultos se sienten desbordados. Pero entender la frustración infantil es clave para acompañarla. Porque no se trata de evitarla, sino de enseñar a transitarla. En este artículo, vas a descubrir cómo ayudar a tu hijo a manejar la frustración con herramientas concretas, empatía y respeto.
¿Qué es la frustración?
La frustración es una emoción que aparece cuando no se cumple un deseo o necesidad. En la infancia, esto sucede todo el tiempo, porque los niños:
- Tienen deseos intensos
- No comprenden los límites del entorno
- No tienen habilidades desarrolladas para resolver todo
- No manejan aún bien el tiempo ni la espera
Es decir, su frustración no es “capricho”, es parte del desarrollo.
¿Por qué los niños se frustran tanto?
- Porque no pueden controlar su entorno
- Porque aún no tienen recursos emocionales para regularse
- Porque su tolerancia a la espera o al error es muy baja
- Porque aún están aprendiendo a aceptar límites
- Porque sienten intensamente
La frustración no es el problema. El problema es cómo la gestionamos como adultos.
Qué no ayuda ante la frustración
❌ Minimizar: “Eso no es nada”, “No llores por eso”
❌ Castigar: “Si seguís así, te vas a tu cuarto”
❌ Burlarse: “Qué exagerado que sos”
❌ Resolver todo por él: “Dame, yo lo hago”
❌ Evitar toda incomodidad: “Mejor que no lo intente para que no se enoje”
Estas respuestas no enseñan a manejar la emoción, solo la tapan o agravan.
Qué sí ayuda: acompañar con empatía y herramientas
1. Validá lo que siente
Reconocé la emoción sin juzgarla:
- “Sí, da bronca cuando algo no sale como querías”
- “Entiendo que te frustres, es difícil esperar”
- “Estás enojado porque querías hacerlo solo”
Nombrar la emoción la hace menos abrumadora.
2. Quedate cerca, aunque esté desbordado
No necesita que lo alejes ni que “se calme solo”. Necesita saber que no está solo con eso que le pasa.
Podés decir:
- “Estoy acá con vos”
- “Podés llorar si lo necesitás”
- “Cuando estés listo, lo intentamos de nuevo”
Tu presencia amorosa regula más que cualquier palabra.
3. Mostrale que puede intentar otra vez
Después de que se calme:
- “¿Querés volver a intentarlo?”
- “¿Te muestro otra forma?”
- “Podemos pensar juntos cómo hacerlo”
El foco no es evitar el error, sino dar recursos para seguir adelante.
4. Enseñá que frustrarse no es fracasar
Podés contar tus propias historias:
- “Cuando era chica, me pasaba lo mismo”
- “A veces intento algo y no sale. Respiro, descanso y sigo”
- “No salió ahora, pero estás aprendiendo”
Frustrarse es parte del camino, no el fin del mundo.
5. Celebrá el intento, no solo el logro
- “¡Qué bueno que lo intentaste!”
- “Se nota que te esforzaste mucho”
- “No salió como querías, pero aprendiste un montón”
Esto fortalece la autoestima y la perseverancia.
Actividades que ayudan a desarrollar tolerancia a la frustración
- Juegos de mesa donde a veces se gana y a veces se pierde
- Rompecabezas o encastres con apoyo
- Actividades creativas donde el error forma parte (dibujar, construir, modelar)
- Juegos simbólicos que permiten “repetir” situaciones difíciles
- Juegos de turnos y espera (memoria, dominó, cartas)
El juego es el laboratorio emocional perfecto.
Frases clave para acompañar la frustración
- “Es difícil ahora, pero vas a poder”
- “Puedo ayudarte si querés”
- “No tenés que hacerlo perfecto”
- “Podés sentirte mal, yo estoy acá”
- “Vamos a buscar otra forma juntos”
Cómo prepararte emocionalmente como adulto
- Anticipá que habrá frustraciones diarias
- No lo tomes como algo personal
- Respirá antes de reaccionar
- Si necesitás, tomá una pausa
- Recordá: no tenés que calmarlo enseguida, solo acompañarlo
La regulación empieza en vos.
¿Y si la frustración se vuelve muy intensa o frecuente?
Es normal que haya momentos fuertes. Pero si:
- Se frustra por todo, todo el tiempo
- No puede calmarse con nada
- Rompe, se lastima o daña a otros con frecuencia
- Hay cambios abruptos en su conducta
Podés consultar a un profesional (psicólogo/a infantil, terapeuta ocupacional, etc.). Pedir ayuda es parte de una crianza respetuosa.
Frustrarse también es crecer
Acompañar la frustración no es protegerlo de todo mal. Es enseñarle que puede sentir, que puede equivocarse, que puede intentar otra vez… y que siempre vas a estar ahí para ayudarlo a levantarse.
No busques que no se frustre. Buscá que aprenda a manejarlo, de a poco, con amor.
Porque cada momento difícil que atraviesa acompañado, es una semilla de resiliencia, confianza y autonomía.