En la infancia, las emociones se viven de forma intensa y muchas veces confusa. Un niño puede pasar de la risa al llanto en segundos, explotar en una rabieta sin saber por qué o quedarse en silencio cuando algo lo angustia. Esto no es un problema de conducta: es parte natural del desarrollo emocional. Sin embargo, si no se le enseña a reconocer, nombrar y manejar lo que siente, puede crecer sin herramientas para gestionar conflictos, frustraciones y vínculos.
En este artículo, vamos a recorrer formas prácticas y respetuosas para ayudar a tu hijo a conocer sus emociones desde pequeño, fortaleciendo su inteligencia emocional, su autoestima y su bienestar general.
¿Por qué es importante enseñar a gestionar emociones desde la infancia?
Porque las emociones son parte esencial de nuestra vida: nos guían, nos alertan, nos conectan y nos enseñan. Cuando un niño aprende a identificar lo que siente, se vuelve más seguro, empático y resiliente.
Los beneficios de desarrollar esta habilidad desde temprano incluyen:
- Mayor tolerancia a la frustración
- Mejor comunicación con los demás
- Mayor empatía y comprensión emocional
- Disminución de berrinches y conductas impulsivas
- Fortalecimiento del vínculo con sus cuidadores
- Mejor toma de decisiones en el futuro
La educación emocional no es un lujo, es una necesidad.
Etapas del desarrollo emocional en la infancia
- 0 a 2 años: el niño siente, pero no puede expresar con palabras. Llora, ríe, grita, se agita. Necesita que el adulto le dé nombre a lo que experimenta.
- 2 a 4 años: empieza a usar palabras simples para nombrar emociones (“triste”, “feliz”, “enojado”), pero aún no sabe regularlas. Las rabietas son frecuentes.
- 4 a 6 años: puede empezar a comprender que las emociones cambian, que pueden convivir (estar triste y contento a la vez) y que se pueden expresar de forma más adecuada.
- 6 años en adelante: se amplía el vocabulario emocional, mejora el autocontrol y aparece la posibilidad de analizar lo que siente y por qué.
Cada etapa requiere acompañamiento, paciencia y guía constante.
Cómo enseñar a reconocer las emociones
1. Poné palabras a lo que siente
Antes de que pueda hacerlo solo, vos podés ayudarlo a ponerle nombre a lo que pasa por dentro:
- “Estás enojado porque querías seguir jugando.”
- “Te veo triste, ¿te pasó algo en el jardín?”
- “¡Qué contento estás! ¿Es por el dibujo que hiciste?”
Nombrar lo que siente lo ayuda a entenderse.
2. Usá cuentos y juegos para identificar emociones
Los cuentos con personajes que sienten, lloran, se frustran o se alegran son herramientas poderosas para hablar de emociones sin presión.
Podés hacer preguntas como:
- “¿Cómo creés que se siente este personaje?”
- “¿Vos te sentiste así alguna vez?”
- “¿Qué pensás que puede hacer cuando está triste?”
También podés jugar con cartas de emociones o con mímicas: hacer caras, gestos y que él adivine o imite.
3. Validá siempre lo que siente
Aunque no te parezca “lógico”, toda emoción es válida. Evitá frases como:
- “No llores por eso”
- “No es para tanto”
- “Sos un exagerado”
Mejor usá:
- “Entiendo que te sientas así”
- “Estoy acá para ayudarte”
- “Podés llorar si lo necesitás”
La validación no aumenta la emoción: la regula.
4. Enseñá que hay muchas formas de sentirse
Los niños necesitan saber que pueden sentir:
- Alegría, tristeza, miedo, enojo, vergüenza, sorpresa, amor…
- Que pueden sentir más de una cosa a la vez
- Que está bien sentir cosas “incómodas” y que no las define
Frases como “es normal estar nervioso antes de algo nuevo” o “podés tener miedo y aún así intentarlo” enseñan complejidad emocional desde el respeto.
Cómo enseñar a gestionar las emociones
1. Modelá con tu propio ejemplo
Si vos explotás, gritás, evitás o escondés lo que sentís, el niño va a imitar eso. Pero si decís:
- “Estoy enojado, pero voy a respirar un poco antes de hablar”
- “Tuve un día difícil, necesito un rato de calma”
- “Estoy triste, ¿me das un abrazo?”
Estás mostrando que las emociones se pueden transitar con amor.
2. Ofrecé recursos de autorregulación
Dependiendo de la edad, podés enseñarle a:
- Respirar profundo varias veces
- Ir a un rincón tranquilo
- Dibujar lo que siente
- Pedir un abrazo
- Hablar con alguien de confianza
No es magia. Lleva práctica. Pero con constancia, va incorporando herramientas reales.
3. Acompañá durante los berrinches
Cuando se desborda, no razona. No es momento de sermones ni de castigos. Solo necesita:
- Que lo contengas
- Que lo ayudes a calmarse
- Que le asegures que estás ahí, aunque esté enojado
Después, cuando se calme, pueden hablar. Pero primero, necesita sentirse seguro.
Frases útiles para enseñar y acompañar emociones
- “Lo que sentís está bien. Podemos buscar juntos cómo expresarlo.”
- “No me gusta lo que hiciste, pero entiendo por qué te sentiste así.”
- “¿Querés que respiremos juntos?”
- “Cuando te sentís así, ¿qué te ayuda a calmarte?”
- “Yo también me enojo a veces. Lo importante es cómo lo manejamos.”
Qué evitar al hablar de emociones
- Burlarse (“ay, llorón”, “sos un drama”)
- Ignorar (“ya se te va a pasar”)
- Castigar por lo que siente (“si seguís llorando, te vas solo”)
- Premiar solo las emociones “positivas”
- Esperar que “controle todo” a muy corta edad
Enseñar a gestionar emociones es enseñar a vivir
Un niño que puede reconocer lo que siente, que no se asusta de sus emociones y que sabe cómo expresarlas de forma saludable tiene una base emocional sólida para toda la vida.
Y vos, al estar ahí, al hablarle con calma, al abrazarlo cuando se desborda, al no juzgarlo por sentir, estás criando a una persona con inteligencia emocional, empatía y fuerza interna.
No necesitás que lo aprenda todo de golpe. Basta con que, cada día, acompañes una emoción con amor. Esa es la verdadera educación emocional.