Criar a un hijo es una experiencia hermosa, sí… pero también intensa, agotadora y, muchas veces, emocionalmente desafiante. En el día a día de la maternidad o paternidad, no faltan las dudas, los miedos, los errores ni —sobre todo— el estrés y la culpa. Sentir que no llegás a todo, que no lo estás haciendo “como deberías”, que perdiste la paciencia o que tu hijo merece algo mejor es más común de lo que pensás.
En este artículo, vamos a hablar con honestidad sobre cómo manejar el estrés y la culpa en la crianza, para que puedas cuidar de vos mientras cuidás de quienes más amás.
¿Por qué la crianza genera tanto estrés?
Criar implica estar disponible emocional, física y mentalmente casi las 24 horas del día. Y no solo eso: muchas veces se combina con trabajo, tareas domésticas, falta de sueño, presión social y ausencia de red de apoyo.
Algunos factores que aumentan el estrés en la crianza:
- Falta de descanso y tiempo personal
- Alta demanda emocional del niño
- Expectativas irreales sobre la “buena crianza”
- Presión por ser perfectos o no repetir errores del pasado
- Comparación constante con otras familias
- Falta de ayuda o acompañamiento
Sentirse agotado no significa que no amás a tu hijo. Significa que sos humano.
¿Qué es la culpa parental?
La culpa aparece cuando sentimos que no estamos haciendo suficiente, que lastimamos emocionalmente a nuestros hijos, que nos equivocamos o que no estamos siendo como “deberíamos”.
Frases típicas que la culpa trae:
- “No pasé tiempo suficiente con él hoy.”
- “Le grité… y me siento horrible.”
- “Tal vez no soy una buena madre/padre.”
- “Debería tener más paciencia.”
- “Si algo le pasa, es culpa mía.”
La culpa tiene una parte útil: te conecta con el deseo de hacerlo mejor. Pero cuando se vuelve constante y paralizante, te impide disfrutar y te desconecta de tu propia humanidad.
Cómo manejar el estrés en la crianza
1. Reconocé tus límites
No podés hacerlo todo. No podés estar disponible siempre. No podés ser perfecto. Y eso está bien. Aceptar tus límites no te hace peor padre o madre, te hace real.
2. Creá pequeños espacios para vos
Puede ser una ducha tranquila, tomar un mate en silencio, leer 10 minutos, caminar una cuadra sin compañía… No subestimes el poder de pequeños momentos de recarga.
3. Dormí todo lo que puedas (sí, lo sabés… pero igual lo repito)
El sueño es clave para tu regulación emocional. Si no podés dormir seguido, intentá dormir por turnos, aprovechar siestas o al menos descansar sin pantalla cuando puedas.
4. Pedí ayuda (sin culpa)
Criar no es una tarea individual. Nadie puede sostener sin sostén. Apoyate en tu pareja, familia, amigos, grupos de crianza o incluso servicios de salud mental.
Pedir ayuda no es fallar, es autocuidado.
5. Hablá de lo que sentís
No guardes todo para vos. Hablar con otras personas que estén en la misma puede aliviar, normalizar y darte perspectiva.
Cómo soltar la culpa y criar desde la compasión
1. Reemplazá el juicio por autocompasión
En lugar de decirte “Soy una mala madre”, probá con:
- “Hoy fue un día difícil.”
- “Hice lo mejor que pude con lo que tenía.”
- “También estoy aprendiendo.”
- “Cometí un error, pero eso no me define.”
Tratá de hablarte como hablarías a un amigo que te cuenta que se equivocó.
2. Repará cuando sea necesario
Si gritaste, si perdiste la paciencia, si reaccionaste mal… siempre podés reparar.
Pedí perdón con honestidad. No desde la culpa, sino desde la conexión:
- “Hoy me enojé y te grité. No estuvo bien. Me importa cómo te sentiste y voy a tratar de hacerlo mejor.”
Tu hijo no necesita una madre o padre perfecto. Necesita un adulto que sepa reparar el vínculo cuando lo rompe.
3. Evitá idealizar a otros
Las redes sociales muestran lo mejor, lo más ordenado, lo más editado. Pero nadie te cuenta sus noches sin dormir, sus momentos de desesperación o sus dudas.
Compararte con idealizaciones solo aumenta la culpa y disminuye tu autoestima.
Tu forma de criar, con amor real y errores reales, también vale.
Frases que podés repetirte en los momentos difíciles
- “Mi hijo no necesita una madre perfecta, necesita una madre presente.”
- “Estoy haciendo lo mejor que puedo, y eso es suficiente.”
- “Equivocarme no me hace menos valiosa, me hace humana.”
- “Esto también pasará.”
- “Merezco cuidado, al igual que mi hijo.”
Cuando el estrés o la culpa son demasiado
Si sentís que:
- No podés disfrutar nada
- Llorás con frecuencia
- Tenés ataques de ansiedad
- Sentís ira descontrolada
- Te desconectás emocionalmente de tu hijo
- Tenés pensamientos negativos constantes o de daño
Por favor, buscá apoyo profesional. La salud mental materna/paterna es fundamental para una crianza sana. No estás solo/a, y hay ayuda disponible.
Cuidarte también es criar
Manejar el estrés y la culpa no es un “lujo”, es una necesidad. Porque cuando te cuidás, también cuidás mejor. Cuando te hablás con amor, educás con más empatía. Cuando te perdonás, enseñás a reparar.
Criar es dar, pero también es permitirte recibir. Tu bienestar importa. Tu salud emocional es parte del legado que dejás en tu hijo.
Estás haciendo un gran trabajo. Incluso en los días en que sentís que no. 💛